No sé cuánto tiempo llevo aquí consiente. Mientras miro la iluminada y a la
vez sombreada mansión, me pregunto quién vive allí. Quizás el hombre que en
este momento cierra la puerta del granero sea el propietario, su familia
sentada adentro y él aquí afuera preparándose para la inminente tormenta. Me
doy cuenta que la luz no viene solamente de las nueve ventanas de la casa y la
puerta del granero, sino también de relámpagos distantes. El hombre debe saber
que se aproxima la tormenta y que no sólo amenaza. Las aletas del molino de
viento se mueven lentamente. Tal vez ese viento fue lo que me despertó a mí
también.
Todo objeto iluminado se
refleja en el jagüey que
acabo de descubrir a mi derecha. Todo parece adormitado. Fuera de la casa, el
granero y los relámpagos reflejados en el agua, todo está oscuro. Árboles me
rodean, altos, triangulares y verdes. Son mucho más altos que yo. No debo ser
uno de ellos entonces. No parecen tener conciencia de mi presencia o aún de la
suya.
Hay una casucha detrás del
molino, completamente a oscuras — tal vez yo viva allí. No sé cómo soy, así que
intento acercarme al agua para capturar mi reflejo en ella y me doy cuenta que
no me puedo mover, mis brazos estirados horizontalmente terminan en manos secas,
amarillentas e inútiles y mis pies se encuentran atados a algo que desafía la
ley de gravedad ya que no toco suelo sólido.
Continúo examinando y
re-examinando mis alrededores. Hay algo seco y muerto en el suelo debajo de
donde creo que están mis pies, si los poseo, una cosecha quizás. Debió haber
sido ya recogida y se ha secado. Tal vez sea el fin de una estación y el
comienzo de otra. Miro a mi alrededor una vez más a los lugares que acabo de
examinar y descubro que todo está paralizado en tiempo y espacio. Debí haber
imaginado el movimiento del molino, o se movió por un segundo y luego se detuvo.
Aún el hombre en la puerta del granero no ha cambiado de posición. También
observo que hay una persona cerca de una ventana abriendo o cerrando las
cortinas en estática perpetuidad.
Hay un lugar adonde
todavía no he mirado. ¿Podré voltear la cabeza y ver detrás de mí? Veo que sí y
eso hago. Ahora te puedo ver a ti mirándome fijamente desde la parte de atrás
del mostrador de la tienda mientras sacas dinero de tu billetera, a plena luz
del día donde te encuentras al otro lado de lo que ahora compruebo es un
lienzo. Espabilas y mueves tus labios como si te alistaras a formular una
pregunta al tendero con tus ojos fijos en mí. Cierras la boca repentinamente,
sacudes la cabeza y pagas por tu compra. Después me miras una vez más, te
encoges de hombros y dejas la tienda.
Publicado por "Revista Bacanal" de Barranquilla, Colombia
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